Cada día es más evidente: tu público ha cambiado. Y lo ha hecho en muchos casos más rápido que la empresa con la que le vendes tus productos, sea en el ámbito cultural o no. El público que se acerca a las salas de concierto, museos o teatros es un consumidor al fin y al cabo y está interconectado en las redes sociales. Ha cambiado sus gustos y es consciente de su propia reputación online, de su capacidad de influir en la de las empresas y utiliza su capacidad para condicionar a otros compartiendo sus experiencias a través de internet.
Ya no podemos hablar de dos perfiles de consumidor diferentes en el mundo de la cultura dependiendo de si están en el mundo online y offline. Ahora nuestro público se comporta igual en ambos. Por eso debemos conectar con él en los dos. Ya no sirven nuestras acciones en uno sólo de ellos. Y menos cuando estas acciones tienen una única dirección, sin diálogo.
En internet ya no existen las regiones geográficas como ocurría en su día en el mundo offline. Internet y las redes sociales han roto esas barreras y cualquiera de nuestros productos puede tener repercusión en cualquier parte del mundo. No hay fronteras y eso lo sabe nuestro público. Además es consciente de que sus opiniones las leen muchas otras personas que buscan esas experiencias a la hora de tomar decisiones de compra. Viven en su propio mundo online-offline. Sin barreras, sin exclusiones.
Pero por encima de todo, nuestro público quiere compartir emociones y dialogar con las empresas y sus empleados. Entonces ¿por qué no aprovechamos la oportunidad que nos dan las redes sociales para conectar mejor con ellos? ¿por qué nos empeñamos en seguir creyendo que somos nosotros los que tenemos razón y que nada ha cambiado?.
Sólo hay que mirar el presupuesto de marketing de muchas empresas del sector cultural para darse cuenta de que la inversión en redes sociales y marketing online no tradicional. Es mínimo si no inexistente. Y lo poco que se hace, es una tarea más del responsable tradicional del departamento de comunicación y/o marketing de turno.
Por eso las empresas del sector cultural tienen que cambiar como lo ha hecho el público al que ofrecen sus productos. Deben por tanto:
- Olvidarse de la separación del mundo online y offline de su público.
- Dejar los métodos tradicionales de marketing.
- No pensar más que el mundo se divide en regiones y que sus políticas de marketing deben ir sólo dirigidas al público de su área geográfica. Las redes sociales penalizan las exclusiones.
- Abandonar las tradicionales encuestas que sólo arrojan resultados irreales basados en estándares de hace muchos años. Al contrario, el mejor medio para medir es sin duda internet…. si se sabe interpretar la ingente información que puede aportar a nuestra organización.
- Y por supuesto dejar de ser tan irracional y empezar a dialogar con su público dejando que fluyan las emociones entre ambos lados.
Y sin duda la mejor manera de hacerlo es con un buen plan de redes sociales. Pero no un plan de comunicación escrito para el mundo offline por especialistas de ese mundo para luego aplicarlo en los medios sociales. Esto es un grave error. Debe ser un plan hecho con conocimiento del medio y desarrollado con la empatía suficiente para que sea efectivo. Sin olvidar la clave principal: saber escuchar.
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