Las directivas de las orquestas modernas siguen pensando que el músico de orquesta encaja en su plan social media marketing realizando aquello que mejor sabe hacer: tocar su instrumento. Así elaboran temporadas muy completas con conciertos para sus cada vez menos abonados y conciertos pedagógicos mejor o peor planificados. Todo ello sin olvidar añadir un tinte social para conseguir unos más que dudosos resultados publicitarios.
Sin embargo olvidan que están desperdiciando su mejor activo publicitario: los propios músicos de la orquesta y su gran capacidad de comunicación. Por extraño que parezca, no hay ninguna orquesta que se haya planteado usar a sus músicos de manera activa en su estrategia de medios sociales. En muchos casos porque dicha estrategia no existe y en los pocos que si la tienen, suele ser llevada por especialistas que desconocen el mundo de la música y que por lo tanto son incapaces de comprometer al músico en dicho plan.
También existe miedo a involucrar al músico en una estrategia de marketing a través de los medios sociales porque se puede perder el control sobre lo que se dice y se publica sobre la orquesta. Este miedo es por puro desconocimiento de los medios sociales como instrumento de marketing y por desconfianza en la capacidad del músico fuera de su ámbito. Por eso un Community Manager conocedor del sector es fundamental. Dicho profesional es el encargado de elaborar el plan estratégico de redes sociales hacia dentro y hacia afuera de la orquesta y de aplicarlo involucrando a todos sus empleados sin excepción.
Los beneficios de un músico comprometido con su orquesta hacen que el rendimiento del mismo aumente y su labor como embajador de la misma multipliquen el valor social de la organización. No se trata de vender entradas en Facebook o Twitter, sino de crear un sentimiento a través del contacto con el público fuera de la sala. Es algo que se conoce y se aplica ya en el mundo empresarial y que se desprende de estudios como el de Gallup 2013.
No debemos olvidar tampoco que los músicos suelen ser un colectivo muy volcado en las nuevas tecnologías y más presentes en los medios sociales que sus propias directivas o la orquesta como marca. Un ejemplo: la suma de seguidores de los seis o siete miembros más influyentes de una orquesta en Facebook suelen triplicar el número de “likes” de la página de la misma orquesta en esta red social. Este dato se desprende del estudio que estoy realizando sobre este tema y que publicaré próximamente en mi blog.
Por tanto animo a las directivas y responsables de marketing de las orquestas europeas amenazadas por la crisis a dar un paso más para marcar la diferencia con su competencia: usar al músico de atril como motor de su estrategia en medios sociales y confiar en su talento como comunicador y embajador de la orquesta. Y no sólo desde el atril.
Completamente de acuerdo. Por dos años manejé las redes sociales de la Orquesta Sinfónica de Venezuela donde trabajo como violinista. Por motivos personales ya no lo hago, pero no hay como un músico para comunicarse con el público interesado en el área.
Muchas gracias Isabel por tu comentario.
No cabe duda que el mejor embajador de una empresa es su trabajador, y en el caso de la música todavía más. El músico es producto y resultado al mismo tiempo y es quien conecta con su instrumento con su público. De ahí la importancia de integrarlo en el plan de medios sociales de su orquesta en una sociedad que se expande sin control por las redes.
Un saludo Isabel y gracias de nuevo.