Una de las mayores obsesiones de una orquesta antes de empezar un concierto, es que todos los teléfonos móviles del público asistente estén apagados. Así nos lo recuerdan de maneras cada vez más originales en prácticamente todas las salas importantes de Europa. Desgraciadamente esa medida no logra evitar que sigan sonando los móviles durante los conciertos y además está eliminado de raíz una de las mejores promociones “gratuitas” que una orquesta puede tener: la interacción con su público y la difusión de sus contenidos a través de él.
Además se prohíbe sistemáticamente la emisión de imágenes o sonido de una orquesta de manera no autorizada, respondiendo a una política obsoleta de derechos de imagen y reproducción que creo no corresponde con los tiempos del social media. Hoy en día un gran porcentaje de la población dispone de teléfonos inteligentes con conexión a internet y están conectados a varias redes sociales, lo que es un potencial de difusión a tener muy en cuenta.
Y para colmo, son las orquestas las que no son consecuentes con esas restricciones. Ellas mismas, a través de los responsables de los canales en las redes sociales y sus teléfonos móviles, transmiten en directo fotos o momentos de sus conciertos. Es una lástima que se esté desperdiciando el potencial de las redes sociales para interactuar con el público también durante los conciertos. Además puede ser una manera innovadora de atraer nuevos espectadores al ofrecer otras alternativas que el tradicional “sentarse a escuchar para saber aplaudir (o toser) en el momento adecuado”.
La sociedad ha cambiado y desde el sector de la música clásica tenemos que saber evolucionar con la rapidez que lo hacen otras empresas, que facilitan el uso de los medios sociales en sus espacios y los unen a la difusión de sus productos.
Una orquesta podía motivar a su público por ejemplo a encender sus móviles en las pausas de los conciertos, animándoles a interaccionar con ellas y sus músicos en las redes sociales. Y no sólo pidiendo que les guste la página en Facebook de la orquesta, sino animándoles a compartir contenidos del concierto, hacer sus propias críticas o participando en concursos que les haga hablar de nuestra orquesta a través de las redes sociales. ¿Os imagináis el impacto mediático de 500 personas tuiteando en la pausa de un concierto o añadiendo en Facebook fotos del mismo?
Evidentemente la elaboración de un plan redes sociales profesional, es el que debe contemplar todas estas posibilidades y es desde donde se puede coordinar este tipo de acciones que ni mucho menos deben ser improvisadas. No hay que olvidar que aunque es al público a quien hay que darle la batuta en social media, somos nosotros quienes debemos tocar la música en las redes. Y tenemos que hacerlo bien para no provocar las tan temidas crisis de reputación online. Riesgo que existe desde el momento que se abre una cuenta de empresa en las redes sociales.
¿Hay alguna orquesta que esté dispuesta a explorar nuevas vías en las redes sociales y experimentar con ellas?.
Estaría encantado de ayudarla a hacerlo.
Sin duda es un muy interesante tema de discusión; sin embargo, el enfoque del análisis no puede limitarse al de una problemática de comercialización y publicidad de la “música clásica”. También se trata de una incipiente sociedad esclava de la “información” inmediata, de la velocidad mediática y del facilismo cultural.
Sin duda, el futuro debe ser aquel en el que las redes sociales jueguen un papel importante a nivel de culturización y formación de públicos; pero también debemos pensar en qué cosas estaríamos dispuestos a sacrificar con tal de seguir en el negocio.
Es bueno creer o seguir creyendo en que la disposición mental necesaria para entrar al mundo de la música (no solo de la clásica, sino en general del hecho y la realidad de la música) está muy alejada de la superficialidad de a cuántas personas “les gusta” algo y lo hacen público.
En el evento que realizamos cada año en Bucaramanga, Colombia, y desde el cual estamos realizando todos los esfuerzos posibles para invitarlo a usted en alguna de nuestras próximas versiones, hemos implementado y promovido el uso de las redes sociales y de la tecnología con el fin de crecer y llegar cada vez más a un mayor público; razón por la cual creo que no discrepamos en nuestras posiciones, sin embargo, el límite de nuestras iniciativas debe estar muy claro, con el fin de no trasgredir esa naturaleza en vía de extinción que representa la música, una naturaleza en la cual el sonido surge como dentro de una burbuja y solo en situaciones especiales en las cuales un par o un millón de oídos (mentes, cerebros, corazones) han acordado romper el trivial silencio (ruido) de cada día para dar paso a su fantasías, sueños y emociones.
Estimado Iván,
muchas gracias por su comentario y su aportación a mi blog. Tengo que decir que estoy completamente de acuerdo con la idea fundamental de su respuesta: la calidad ofrecida desde el mundo de la música clásica no debe verse afectada por ningún factor comercial. Pero también pienso que la calidad no debe afectar tampoco a la calidez a la hora de transmitir algo tan especial como es la música (clásica o no), y que se debe acercar a toda la sociedad sin distinción. Y para ello las redes sociales son una potente herramienta de difusión que está integrada hoy en día de tal manera en la sociedad, que ignorarla o hacer un uso inapropiado de la misma, puede volverse fácilmente contra aquellas instituciones que las usan.
Por otro lado no podemos obviar el cambio social que se ha producido en los últimos años. Desgraciadamente la música clásica ya no tiene el apoyo incondicional de instituciones y empresas y la sociedad ya no la percibe como imprescindible. Por eso debemos reaccionar desde el propio sector para competir con otras ofertas culturales o de ocio y situar a la música donde le corresponde estar: en el centro de cualquier sociedad con valores. Sin público no hay demanda, sin demanda no hay apoyos económicos y sin estos la música clásica desaparecerá en gran parte de la sociedad.
Estoy de acuerdo con usted en que no hay que trasgredir esa naturaleza en vías de extinción que representa la música, pero debemos evitar por todos los medios que eso nos conduzca al elitismo que ha envuelto a la música clásica durante décadas. La música pertenece a la sociedad y es ella quien decide qué música necesita. Los profesionales del medio, usando los mismos canales sociales donde la misma sociedad decide, podemos cambiar esa percepción acércándonos más a nuestro público. Y un buen uso de los medios sociales, es una de las mejores opciones posibles. Para la supervivencia del sector y en interés de la propia sociedad.
Aprovecho también para animarle a seguir desarrollando una iniciativa tan bonita como su festival en Bucaramanga. Es un honor para mí el simple hecho de que se planteen la posibilidad de invitarme, lo cual le agradezco sinceramente. Sería un placer poder asistir a su evento.
Un saludo muy cordial,
David