
Hoy tengo un invitado muy especial en el blog: Jordi Gimeno Mariné, director técnico y artístico de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León.
Si he querido entrevistarle para ti, es porque considero que una forma de acercar nuestras instituciones culturales, es saber cómo piensan sus gestores.
Qué les motiva.
Qué les preocupa y cuáles son sus prioridades.
Pero el caso de Jordi Gimeno Mariné es distinto.
En primer lugar porque tengo el placer de conocerle desde hace 20 años.
Hemos hecho música juntos.
Cuando los dos éramos dos estudiantes de violín seleccionados en una Joven Orquesta Nacional de España donde compartimos muchas cosas.
Pero aún hay más.
Jordi no es un gestor habitual.
El ve el liderazgo empresarial desde la música clásica.
Jordi fue violinista en su orquesta y pasó desde el centro de la misma a la dirección técnica y artística de la misma.
Por todas estas razones, su testimonio es especial para mí y me gustaría que lo conozcas.
Una persona formada como gestor cultural y con un master MBA en la prestigiosa IE Business School.
Alguien que no duda en llamarme para que vaya a su orquesta para hablar y a los músicos de esta orquesta sinfónica sobre el manejo de las redes sociales en nuestro sector.
Una orquesta sinfónica intentando conectar más con su público a través de las redes sociales.
Tómate tu tiempo y disfruta de esta deliciosa entrevista.
Merece la pena.
Jordi,
¿Qué es lo que te hizo pensar en pasar del atril a la gestión de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León?
Una mezcla entre la voluntad de impulsar el impacto en la sociedad de proyectos a través de la música clásica y las ganas de explorar nuevos conocimientos profesionales y personales.
Siempre he buscado la formación continua en esta nueva etapa, invirtiendo tiempo, energía y recursos económicos.
Creo que es fundamental conocer otros sectores, nuevas fórmulas de gestión e ir adquiriendo un amplio networking que enriquezca tanto personal como laboralmente mi experiencia. Una orquesta sinfónica debe estar interconectada con su entorno, es importante crear y nutrir constantemente las redes que hay alrededor.
¿Cómo ves la orquesta sinfónica del futuro?
Veo una mezcla de oportunidades y amenazas. Depende igualmente de su posición dentro de la sociedad que la nutre.
Una posición fuerte ayuda a la renovación constante, a la reinvención, mientras que una posición débil dificulta una apuesta renovadora. Esta reflexión también puede invertirse, una posición fuerte puede dificultar una renovación, al entender que las cosas funcionan correctamente y por el contrario una posición débil hace necesaria una reinvención.
Yo prefiero el escenario para el futuro de la música.
Una orquesta sinfónica debe de ser vista como una entidad con un altísimo potencial de valor.
Es la suma de grandes talentos, pero es básico en primer lugar tener muy claro cuál es la cadena de valor, detectar dónde existen fortalezas y debilidades y obrar en consecuencia.
En segundo lugar, dar espacio para que todo el potencial humano y creativo se convierta en un mismo propósito, altamente participativo, democrático para garantizar una sostenibilidad presente y futura.
¿Os imagináis una orquesta donde toda esa riqueza humana y creativa navegue en constante evolución?
El destino es menos importante que la manera en la que se navega, una gran habilidad para navegar nos permite ir a donde queramos.
Esta es mi visión, hay que avanzar siempre.
¿Crees que la gestión de la música en nuestro país debería ser llevada por músicos?
La gestión es parte de todos los que conforman las plantillas artísticas y técnicas.
Una buena comunicación y una buena formación permite que el músico aporte iniciativas que mejoren la parte técnica y una buena formación permite que el técnico mejore la parte artística.
Las claves actuales de gestión son preguntar, escuchar y aportar desde la convicción de que lo que hacemos es ilusionante y puede mejorar a todos los niveles la calidad de vida de nuestro entorno, directo e indirecto.
No creo que la solución pase por una gestión tecnócrata si no por una gestión que ayude a enriquecer el potencial creativo y humano de nuestras instituciones.
Normalmente pasa por hacer altamente partícipe al colectivo, las excesivas regulaciones encorsetan la creatividad y el talento.
¿Dónde crees que está el origen del problema de la crisis de la cultura que se vive a nivel europeo?
Al alejamiento, a la falta de confianza, al temor al cambio, a la falta de autocrítica, por apuntar algunos, es preferible valorarlos específicamente.
Vivimos en un mundo que cambia de forma vertiginosa, en el que la comunicación colectiva e individual gira hacia lo virtual, en el que el ocio y la cultura se ha diversificado e intensificado.
También hacia un consumo en el propio hogar y nosotros tenemos una herramienta fantástica para contrarrestar esa, por decirlo de forma fatalista, deshumanización.
Una orquesta sinfónica es una herramienta de altísimo potencial para revertir el individualismo hacia el colectivismo, cohesión versus segregación.
¿Qué hacemos los gestores y responsables al respecto?
Ponderamos nuestro tiempo y energía en centrarnos en el equilibrio presupuestario, en incrementar temporada tras temporada el número de abonados, en hacer más con menos.
Desprestigiar la experiencia y cambiar por cambiar para encontrar respuestas.
Renovar plantillas con gente más preparada, más joven y competitiva, en programar grandes nombres que lamentablemente solo están unos días con nosotros, en volvernos locos con la gestión hacia el cliente…, siempre en pro de la institución y de una supuesta sostenibilidad.
Desde mi punto de vista, la crisis en nuestro sector y las soluciones no pasan por lo apuntado anteriormente.
¿Cómo podemos solucionarlo?
Frenando, preguntándonos, escuchándonos y escuchar a nuestro alrededor.
Sumar voluntades y aportar a nivel holístico y no solo a nivel artístico y técnico en busca de la perfección y el reconocimiento.
Somos magníficos comunicadores de emociones, somos un colectivo con un talento especial para hacer felices a las personas, ¿de verdad creemos que nuestro espacio son solo las salas de concierto?
Se abre un abanico de posibilidades de impactar realmente en la educación, en el tercer sector, en las empresas, y sobre todo, de poner en valor nuestra profesión en la sociedad.
¿Cómo ves al músico del futuro?
Lo veo formado a alto nivel artístico.
Pero también lo veo formado en marketing, en contabilidad, en gestión de equipos, en macroeconomía y como emprendedor.
Lo veo formado para poder ser freelance, músico en plantilla, empresario, solista, dónde más potencial o dónde más ilusión pueda hacerle dedicarse.
No todos tenemos el mismo talento ni las mismas herramientas para realizar una misma cosa, pero sí podemos tener el mismo talento y herramientas para realizar otras con pasión.
Lo importante es soñar y poder hacer realidad ese sueño.
¿Cuál es el papel del músico en el futuro inmediato del sector?
Siguiendo en parte la respuesta a la pregunta anterior, lo veo tomando iniciativa.
Proactivo con las instituciones de las que forma parte.
Percibo actualmente cambios muy positivos dentro de la orquesta de la que formo parte y no son solo los provocados por el cambio a una espectacular sede como es el Centro Cultural Miguel Delibes en el año 2007.
Para mí pondera de forma muy importante la creación del área socioeducativa, donde el músico de la orquesta sinfónica desarrolla actividad principalmente dirigida a escolares y a colectivos con necesidades específicas.
Estos proyectos nos acercan a otras realidades.
Nos acercan a la magia de los niños y jóvenes, nos acercan a crudas realidades en las que nosotros conseguimos aportar sin ser especialistas ni terapeutas; sonrisas, emociones, bienestar e ilusión.
Esto nos aporta y nos enriquece a nivel humano y por ende a nivel artístico.
¿Qué pregunta le gustaría a Jordi Gimeno Mariné añadir a esta entrevista?
¿Cómo ves la relación intérprete y público/usuario?
Voy a intentar poner en situación mi respuesta.
Somos una pareja sin formación musical y hemos comprado o nos han regalado unas entradas para ver a una gran orquesta y nos ha gustado el concierto, pero nos cuesta volver a repetir la experiencia, es que no entendemos….
Hemos oído esta frase o similar centenares de veces.
¿Dónde está el problema en esta no repetición?
Después de asistir a unos cuantos conciertos en mi vida creo que puedo afirmar que la no repetición no es debida al concierto, es debida a la experiencia.
Llamaremos elemento hard al concierto y elemento soft a la experiencia alrededor del concierto.
Generalmente, de cara al público/usuario, pecamos en ponderar más el elemento hard que el elemento soft, el intérprete está demasiado alejado, físicamente y psicológicamente del público.
Además de mejorar todos los elementos del proceso de compra y disfrute del espectáculo o concierto, una mayor cercanía de los músicos con el público añadiría muchísimo valor al conjunto de la experiencia del público/usuario.
No estaría de más dedicar tiempo y esfuerzo entre todos los integrantes de las orquestas sinfónicas en preguntarnos y en intentar encontrar respuestas en mejorar la imprescindible relación entre intérpretes y el público/usuario.
Muchas gracias Jordi por estas respuestas que ilustran tu concepción de la orquesta sinfónica del futuro.
Del músico del futuro.
Y ahora que has leído esta entrevista, ¿qué te gustaría añadir a ti que estás al otro lado de la pantalla?
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