Hoy quiero contarte algo muy personal que tiene que ver con las 2 decisiones que tomé un día para dedicarme a la música y a las redes sociales y que han marcado mi vida.
No sé si te pasa a ti.
Pero en verano, al tener más tiempo, me da por reflexionar sobre aquello que he hecho hasta ahora.
Los planes de futuro.
Hacer balance al borde de la piscina.
Soñar y recordar.
Por eso quiero compartir contigo lo que me ha llevado delante del ordenador en esta mañana ya calurosa de verano.
Quiero hablarte de dos momentos en mi vida que me marcaron para siempre y así puedas entender mi pasión por la música y las redes sociales.
Dos decisiones que muchos no entendieron en su día pero que sin embargo me han hecho ser una persona más libre.
Más consciente.
Más comprometida.
El momento en el que decidí dedicarme a la música
El momento en el que decidí dedicarme a la música, fue motivado por posiblemente mi peor profesor de violín.
No porque él fuera mala persona.
Seguramente su carencia de sentido pedagógico se debía a su propia experiencia con sus maestros.
Aquel profesor de cuyo nombre no quiero ni puedo acordarme porque fue el primero y por sólo unos meses.
Pero que quiso trasladarme en su primera clase su propio sufrimiento y frustración musical.
David – me dijo señalando su clavícula – de aquí te tiene que salir sangre.
Dolor y sufrimiento transmitido por tradición oral posiblemente durante siglos.
Sin embargo, por más que pasaban los meses, lo único que yo sentía eran cada vez más ganas de comunicarme con los demás a través de mi violín.
Has oído bien.
Comunicarme.
Cuando tocaba para los que querían escucharme, provocaba una sonrisa.
Menos la de aquel profesor.
He de confesarte que llegué a pensar que no tenía talento porque nunca llegó a salirme sangre por más que lo intentaba.
Pero me prometí una cosa.
Si algún día conseguía dedicarme a la música haría todo lo posible por paliar ese sufrimiento.
Dolor que he ido encontrando a lo largo de mi carrera producido por gran cantidad de maestros, alumnos, colegas, directores y organizaciones.
De este sentimiento, nació mi vocación.
Entonces decidí dedicarme a la música.
Mi encuentro con las redes sociales
Esas ganas de cambiar ese sufrimiento, hicieron que naciese otro proyecto que cambió mi vida y supuso un paso definitivo a buscar la unión entre la música y las redes sociales.
Te hablo de Verano Musical.
Un curso creado con mucho trabajo e ilusión que se prolongó durante 7 ediciones en el tiempo y que tenía la ambición de devolver la música a la sociedad desde las calles de sus pueblos.
Profesores y alumnos hicieron el curso posible.
Por su amor a la música.
Por sus ganas de compartir.
Así me acerqué a las redes sociales.
La música y las redes sociales, me hicieron libre para llevar ese curso por muchos pueblos de España.
Gracias al trabajo de muchas personas que llenarían este post con sus nombres.
A pesar de muchos políticos.
Música colaborativa a través de las calles y las redes sociales.
En 7 años más de 300 alumnos de 12 nacionalidades distintas.
Sin subvenciones.
Con trabajo.
Mucho trabajo.
Pero con la sensación de saber que la música y las redes sociales me ayudaban a cumplir un sueño.
Acercar la música a todo el mundo.
Y ahora que estoy sentado al borde de esta piscina, quiero compartir este momento íntimo contigo.
Porque tú sin saberlo, leyendo este artículo, también me estás ayudando.
Me encanta. Me siento identificada con tus palabras. ¡Y motivada! ¡Siempre adelante!
Muchas gracias Cecilia 🙂 Bienvenida al club de los que creen y crean sus sueños para hacerlos realidad.
Un abrazo,
David