Cada vez son más las voces que se levantan pidiendo un cambio en nuestro sector y el formato de nuestros conciertos.
Y como sabes, yo llevo ya un tiempo defendiendo que tecnología, redes sociales y música clásica son tres elementos que deben complementarse para asegurar un futuro integrado en una sociedad cada vez más volcada en internet y las nuevas posibilidades que ofrece la tecnología.
Algunos defienden que la experiencia del público se puede mejorar para facilitar la conexión con la música y los músicos.
Yo mismo creo en el importante papel que las redes sociales pueden jugar en el cambio de orquestas, conservatorios e incluso de los mismos profesionales del mundo de la música.
Pero lo que no creo que podamos ni debamos, es interferir en la experiencia del público que ya tenemos en nuestras salas de conciertos.
Has leído bien.
Creo firmemente en un cambio en nuestro sector como ya sabes.
Usando la tecnología y las redes sociales para conectar con la sociedad.
Pero la música que interpretamos en nuestros atriles es universal y no podemos restringir ni condicionar su disfrute por tener o no tener una cuenta en Twitter, por poder o no poder sentarse en butacas especiales para tuiteros o por poder manejar o no una tableta durante el concierto.
Redes sociales y música clásica.
Una asociación que supone mucho más que poder (o no) tuitear en un concierto.
Las redes sociales suponen un canal óptimo para promocionar el sector y aprender a conectar con nuestro público.
Quizás dentro pero sin duda fuera de nuestras salas de concierto.
Buscando y conectando con nuevos públicos y aprendiendo a llevar la música al centro de la sociedad.
Músicos y organizaciones juntos.
Y la tecnología es otra oportunidad que no debemos perder en la búsqueda de nuevos medios para facilitar a nuestro público el acceso a nuestros conciertos.
¿Pero mejorar la experiencia del público en la sala misma del concierto a través de la tecnología o las redes sociales debe ser una prioridad?
Proyecto Phenicx y un viaje a los Alpes
El pasado 7 de febrero fui invitado a participar en el segundo experimento del proyecto Phenicx que tuvo lugar en un concierto de la orquesta del Concertgebouw de Amsterdam.

Se trataba de probar una aplicación en la que se podía seguir una partitura general sincronizada con la ejecución de la Sinfonía Alpina de Strauss.
La aplicación tenía tres modos: experto, medio e inicial. En el modo experto, se podía seguir la partitura completa además de añadir y leer comentarios insertados anteriormente o durante la ejecución.

Por otro lado, se podía leer explicaciones de lo que evocaba la música, reforzadas por imágenes relacionadas con la sinfonía.
Un verdadero paseo por los Alpes…, cargado de aparatos electrónicos, GPS y teléfono vía satélite. Así es como me sentí.
¿Interesante?
Sin duda.
Y un despliegue impresionante de medios para desarrollar una aplicación en fase experimental que pretende abrir nuevas vías en la experiencia de nuestros públicos. Experimento que cuenta además con el apoyo de la Unión Europea y sus fondos estructurales.
Pero sinceramente, a mí no me convenció.
Yo he tocado la Sinfonía Alpina unas 15 veces en mi vida y es una música que conozco muy bien. Incluyendo su partitura general, a la que he dedicado muchas horas para poder preparar cada uno de mis conciertos.
Leer una partitura requiere conocimientos musicales.
Y una partitura general, además práctica.

Sin entrar en que la sincronización no era perfecta con lo que se estaba escuchando en la sala, el estar probando los distintos modos, leyendo comentarios, y viendo imágenes en algún caso con poca relación con la música, no mejoró mi experiencia de concierto.
Al menos sentado en la sala, donde tampoco me dejaron hacer ni una sola foto, siguiendo la tradición más arraigada en nuestras salas.
Un hecho que me habría distraído menos y que podía haber compartido con los miles de seguidores de este blog y mis redes.
Que conste que yo quería (y sabía) hacer la foto sin flash.
Quizás una oportunidad perdida por la organización, que habría conseguido más publicidad de ese concierto con esa foto, que con este post.
Imagino que una experiencia tecnológica para conectar con público fuera de la sala, amante de la tecnología y la interacción multipantalla, es un camino más interesante que crear una fila trasera en un auditorio durante un concierto normal para poder tuitear desde el público.
Donde además ni se ve ni se oye la música.
Yo sí me imagino a un público desde casa que curiosea en su tableta con un aperitivo e interactuando en la pausa con los músicos de la orquesta.
O un público especialmente elegido para un concierto puramente tecnológico.
Las redes sociales y la tecnología nos pueden ayudar a cambiar el sector desde dentro, algo imprescindible para conectar con nuestro público.
Pero en la sala creo que debemos buscar otros alicientes.
¿No te parece?
Hola David!,comparto plenamente tus conceptos.
Muchos saludos,
Gabriela
Hola Gabriela,
muchas gracias por tu comentario. Me alegra que estemos de acuerdo.
Un saludo cordial.
Un gran post. Felicidades por tu trabajo.
Estoy muy deacuerdo con tu exposición, espero que pronto haya cambios en la buena dirección que nos ayuden a mejorar la experiencia musical de los asistentes a un concierto.
Saludos
Hola David,
muchas gracias por tus palabras.
El cambio está en nuestra manos y sólo desde dentro del sector podemos conseguirlo.
Saludos cordiales.
Felicidades por tu blog, David!
Te adjunto uno de mis vídeos , con la partitura sincronizada:
“Sueño nº3”:
Muchas gracias Juan Antonio.
Un saludo cordial.