
Hoy voy a hablarte del efecto Pigmalión en la educación musical. Algo que puede aplicarse en cualquier ámbito profesional o pedagógico y que es uno de los secretos que uso en mi trabajo en la educación musical.
Pero también en el mundo interpretativo en el que como sabes, también desarrollo una intensa actividad desde hace años.
El efecto Pigmalión, es un fenómeno ampliamente estudiado en la psicología y en la pedagogía moderna.
Pero curiosamente, como verás a continuación, es un proceso poco usado de manera consciente en la educación musical.
Incluso si me dejas, casi haría extensiva esta carencia a todo el mundo de la música.
En muchos casos por falta de conocimiento.
Pero fundamentalmente porque la naturaleza del mundo musical deja poco margen para aplicarlo.
Por eso quiero contarte cómo aplicarlo.
¿Qué es el efecto Pigmalión?
Pigmalión es un mito adoptado por los griegos de la tradición fenicia y que es más conocido a partir de las Metamorfosis de Ovidio.
En esta obra, se presenta a Pigmalión, Πυγμαλίων en griego antiguo, como un escultor enamorado de una estatua que había hecho él mismo.
Galatea, era el nombre de esta.

Y fue Afrodita, viendo el amor que sentía el escultor por su obra la que dio vida a la estatua para que compartiese su vida con Pigmalión.
Me parece estar viendo tu cara en este momento.
¿Qué tiene que ver esto con la educación musical o el mundo de la música?
Mucho.
Porque este mito da nombre a uno de los efectos más revolucionarios dentro de la psicología y la pedagogía contemporánea: el efecto Pigmalión.
Un componente indispensable de la motivación humana de la que los profesionales de la educación tenemos la llave.
Motivar para avanzar.
Influir de manera positiva a nuestro entorno con un deseo intrínseco de mejora.
Desterrando la negación.
Fomentando la motivación como base del aprendizaje positivo.
Con la confianza como base para alcanzar cualquier meta por difícil que esta sea.
Historia y fundamentos del efecto Pigmalión
Ya en los años 60 del siglo XX, se estudió mucho sobre este efecto.
Con experimentos muy interesantes.
Como los que desarrollaron Rosenthal y Jacobson desde la perspectiva de la teoría de la ¨profecía autorrealizada¨.

Ellos se dieron cuenta que, en el ámbito educativo, la forma de tratar a los alumnos incidía directamente en sus resultados.
Independientemente de su capacidad.
La formulación de expectativas por parte del profesor hace que el alumno las consiga.
Así de simple.
Casi mágico.
Pero la magia está en una sola palabra.
Confianza.
Que lleva sin duda a la motivación.
El combustible necesario para el éxito.
Y yo lo experimento casi a diario en mis clases del conservatorio de Amsterdam.
También en mi orquesta.
¿Cómo aplicar la motivación intrínseca en la educación musical y el mundo de la música?
El efecto Pigmalión funciona porque el profesor confía en el alumno.
Porque el director confía en su orquesta.
O porque el solista confía en sus propias posibilidades fruto de la influencia de los que le ayudarona a llegar a serlo y a desarrollar su talento.
En el siguiente gráfico puedes ver cómo funciona.

Básicamente nuestra acción hacia los demás, influencia nuestro entorno.
Produciendo un impacto que a su vez motiva otras acciones que refuerzan nuestras creencias sobre nosotros.
Lo que vuelve a comenzar el ciclo devolviendo esa sinergia en forma de influencia hacia el entorno.
Pero en este círculo mágico, hace falta más que confianza.
Tienes que ser capaz de creértela.
Filtrando los prejuicios.
Además de nuestros propios egos de maestro o influencer.
Porque solo así, puedes hacer que cualquier alumno, cualquier músico o profesional, de mucho más de lo que lleva dentro.
Algo que voy a ser capaz de experimentar de nuevo en el Conservatorio ¨Cristóbal Halffter¨de Ponferrada.

Donde viajaré en unos días y llevaré en mi maleta ese secreto tan bien guardado.
Las ganas de que todo el que me rodea mejore.
Y para eso no hay que ser un buen profesor.
O tan siquiera un gran músico.
Solo tienes que confiar.
Motivar.
Desde la actitud positiva del profesional que se perdona así mismo cada día.
Porque tus errores no son los de tus alumnos o compañeros.
Tus errores son como los míos.
La mejor manera de seguir aprendiendo y motivarse para mejorar.
Como tus alumnos o compañeros.
¿Te animas a aplicar el efecto Pigmalión en la educación musical y en tu día a día?
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